viernes, 30 de abril de 2021

Glen Coe

 Glen Coe es un valle de Escocia famoso por dos conceptos: la belleza del paisaje y la masacre que tuvo lugar allí en el siglo XVII. Os hablaré de ambos.

El lugar


Es un valle de las Tierras Altas de Escocia, considerado como uno de los lugares más espectaculares y hermosos de Escocia Su nombre más antiguo se debe al río Coe, que lo atraviesa. En lengua gaélica escocesa su nombre es  Gleann Comhann, aunque se ignora el por qué de este nombre. Una de las teorías, aunque no pasa de ser una conjetura, es que ese nombre se deba a un grupo o una persona que habitara allí en el pasado. A partir de los hechos que ocurrieron allí en 1.692, muchos lo llamaron también el Valle del Llanto o Valle de las Lágrimas. El valle tiene forma de U, formada por un glaciar, su longitud es de 16 km siendo el lecho del valle de menos de 700 m de anchura, estrechándose notablemente en el Paso de Glen Coe.

La masacre


A finales del siglo XVII, Escocia se dividió. Un lado apoyaba la causa realista y al rey Guillermo III de Inglaterra (Guillermo de Orange) mientras que el otro, que apoyaba al rey exiliado Jcobo (o James) II estaba ocupado planeando una insurrección. Los planes para calmar las Tierras Altas fueron tramados en 1690 por el conde de Cromarty con el apoyo de Lord Breadalbane. Aunque estos planes fueron abandonados, la intención de someter a los montañeses se mantuvo hasta 1691, cuando se ofrecieron sumas de dinero a los jefes como soborno. Esta táctica fue en gran parte infructuosa.


Breadalbane, originario del clan Campbell, fue un enemigo de toda la vida del clan  MacDonald de Glencoe. Ambos clanes se acusaron mutuamente de robar tierras a las que creían tener derecho. Breadalbane proclamó apoyar a William (el lado más fuerte y exitoso) mientras secretamente profesaba apoyar al rey  James II. Trató de persuadir a los clanes de las Tierras Altas de que se unieran a él en su apoyo, dándoles tiempo para preparar su apoyo al Rey James. Sin embargo, los jefes se mostraron reacios y se tomaron medidas más contundentes. Uno a uno, los jefes cumplieron con las amenazas de 'cartas de fuego y espada' y juraron lealtad al gobierno. MacDonald fue el último de estos jefes en estar de acuerdo. Debido a esta deliberación tardía, Sir John Dalrymple decidió que se haría un ejemplo de los MacDonalds. El 31 de diciembre de 1691, MacDonald intentó firmar el juramento de lealtad,  ya era demasiado tarde, su destino estaba decidido.

En febrero de 1.692, 120 hombres, bajo el mando de un capitán Campbell de Glenlyon, se dirigieron a Glencoe, con el pretexto de cobrar impuestos atrasados. Persuadieron a MacDonald de que les diera refugio, presentando documentos militares como prueba. La sobrina de Glenlyon también estaba casada con Alexander MacDonald, lo que dio una mayor justificación a la naturaleza de su visita.

El 12 de febrero se envió un despacho ordenando la muerte inmediata de los MacDonald. Muy temprano en la mañana (alrededor de las cinco), los soldados hicieron su movimiento. Ningún MacDonald estaba destinado a sobrevivir. Sin embargo, algunos escaparon a las colinas al descubrir la traición de Glenlyon a su anfitrión.

Se suponía que todos los hombres menores de 70 años debían morir, pero debido al clima adverso y la ventaja adicional de ser advertidos de la carnicería que estaba ocurriendo al otro lado de la colina, 200 hombres lograron escapar de la masacre. Las mujeres y los niños fueron expulsados ​​de sus hogares para buscar refugio en otro lugar. Muchos murieron de hambre y frío a la interperie, pues sus casa fueron incendiadas. 

Todavía hoy se considera imperdonable que los Campbell masacraran a los MacDonald después de haber sido recibidos en su casa y disfrutado de su hospitalidad. A los niños escoceses se les enseña "nunca te fíes de un Campbell".

La masacre de Glencoe se volvió en contra del rey reinante, Guillermo III, ya que parecía haber sido una decisión resultante de su mando. Se decidió, tres años después del incidente, que no tenía nada que ver con el Rey y el asunto se calmó. Mientras tanto, los MacDonald fueron casi destruidos y regresaron a sus hogares asolados por la pobreza. Debido a la conducta posterior del clan, el Rey decidió recompensar a los miembros supervivientes de la familia.

En resumen

Hay que ir a Escocia. Edimburgo es una ciudad preciosa, el país tiene unos pasajes alucinantes y su historia es muy interesante. Diréis que eso digo de todos los sitios donde he estado, pero es que he tenido la suerte y el privilegio de viajar. a los lugares más bellos e interesantes del mundo. No cambiaría ninguno de los viajes que hice y no me falta ningún lugar que "me muera" por visitar.

sábado, 17 de abril de 2021

Carmina y los desiertos

 


Cuando escribí el texto siguiente yo trabajaba. Pero entonces tenía un solo blog donde hablaba de todo, mezclando recuerdos de viajes, comentarios a noticias del periódico,  anécdotas del día a día en el trabajo... . Como ahora tengo este espacio dedicado especialmente a los viajes, recupero aquel texto y lo incluyo aquí. No os extrañe, por tanto, el inicio. Lo que cuenta es lo que viene detrás.

Disfrutando de un momento inol-.
vidable sentada en lo más alto
de una duna
El hecho de que hoy, 3 de julio, no tenga todavía planes para las vacaciones, a excepción de unos días en Madrid en la segunda quincena de agosto (que, estrictamente, no serán puras vacaciones. Cada mañana me levantaré bien temprano e iré al Archivo Histórico Nacional, a trabajar un poco en la tesis), me ha hecho recordar con tristeza dónde me gustaría estar en estos momentos y por qué, desgraciadamente, no puedo, que no es ni más ni menos que la delicada situación política existente en mi rincón favorito del mundo: Oriente Medio. Estoy rabiando por volver a Siria, a Iraq o a Jordania. Y espero fervientemente poder hacerlo en pocos años.

Y es que a Carmina le chiflan los desiertos, los de todo tipo: los típicos de dunas onduladas, los planos como el tablero de una mesa como los que vi en Irak, los rocosos como los que conocí en Israel y en Jordania…

El mar me produce tranquilidad y relajacion, los paisajes helados me producen angustia, pero los desiertos me parecen el paisaje más bonito del mundo.

Y en este estado meditabundo y reflexivo en el que me hallo, os dejo dos proverbios de esas tierras que me han venido a la cabeza en este ratillo.

– En las ciudades se vive como quiere el hombre; en el desierto se vive como quiere Dios.

– No se puede ser profeta sin haber sido antes pastor en el desierto.