martes, 31 de agosto de 2021

Stupa de Svayambunath y los ojos de Buda, el icono de Ktmandú

 


Svayambunath, a 3 kilómetros de Katmandú, es una stupa antiquísima que está situada sobre una colina y que se ha convertido en un importante centro de peregrinación budista.


La stupa está concebida como símbolo cósmico, conmemorativo del paranirvana de Buda: sobre una gran plataforma (medhi), a modo de altar sacrificial, que significa la tierra, se levanta el cuerpo central semiesférico, macizo, que representa la bóveda celeste (anda). Encima, una empalizada cuadrangular (harmika) alude al lugar donde reside la esencia divina, y protege la parte superior del eje del universo (yashti), que hipotéticamente atraviesa la bóveda. Rematando el eje aparecen varios discos decrecientes (chatravali), que se adaptan a la forma de una sombrilla sagrada, queriendo insistir en la dignidad de la reliquia en cuestión (cuantos más chatravali, más sagrada). El peregrino debía acercarse desde el este, y rodearla de izquierda a derecha (dejando siempre el monumento a su derecha) en el sentido en que las estrellas circundan el firmamento.

En cada Stupa  en Nepal, hay pares de ojos mirando fijamente hacia fuera de los cuatro lados que representan los Ojos del Buda.

Los ojos de Buda (también conocido como Ojos Sabiduría), y se ven en las cuatro direcciones para simbolizar la omnisciencia (todo lo ve) de un buda.

Por otro lado entre los ojos de Buda está nariz que es un símbolo rizado que parece signo de interrogación.

Este es el carácter es en Nepal para el número 1, que simboliza y representa la unidad de todas las cosas también como el único camino para alcanzar la iluminación a través de las enseñanzas del Buda.

Lleva además un círculo por encima de los ojos de Buda es el tercer ojo (Tri-netra), que simboliza la sabiduría omnisciente de Buda.

domingo, 29 de agosto de 2021

Noche de luna llena en Agra

 


Semana Santa de 1985. Esa tarde yo había llegado a Agra (India) con un grupo de amigos, y nos habíamos alojado en un estupendo hotel. Después de una fantástica cena estábamos tirados en unas tumbonas en el jardín. La temperatura era ideal, y la conversación era muy animada. Habíamos pasado ya por el bullicio de Bombay; por la increíble isla Elefanta con sus cuevas santuarios llenos de esculturas talladas en la misma roca; por las más increíbles todavía cuevas de Ellora y Ajanta; por Udaipur, la “Ciudad de los Sueños”, con el palacio del maharana y el lago Pichola; por Jaipur, la ciudad roja… Pero a pesar de nuestro asombro y nuestro entusiasmo, intuíamos que nos esperaba lo mejor.

Nuestro guía (un sij del que no recuerdo el nombre, sólo que empezaba por “B”), que charlaba con nosotros en el jardín, se levantó y fue a hablar por teléfono. Al volver, 10 minutos después, nos dijo que le siguiéramos, que nos iba a dar una sorpresa. Algunos pensaron que nos llevaría al comercio de un amigo, para ganarse una comisión, y no quisieron moverse de aquel delicioso jardín. Finalmente, unas 10 personas lo seguimos y a la entrada del hotel encontramos nuestro microbús, que nos estaba esperando.

A pesar de que era ya de noche, las calles estaban animadísimas, llenas de tenderetes, puestos de comida, bicicletas, gente comprando, tomando té, jugando a diversos juegos o, simplemente, mirando a los que pasaban. Llegamos a un muro con un gran portón, al que B. llamó. Intercambió algunas frases con el hombre que abrió y nos indicó que entráramos. Todo estaba bastante oscuro y no teníamos ni idea de lo que íbamos a ver. B. nos guió un corto trecho y de pronto nos dijo: “Mirad” y lo que vimos al girar la cabeza fue… el Taj Mahal ante nosotros, iluminado por la luz de la luna llena.

Nadie dijo ni una palabra. A la impresión de esa visión se unía el que, de pronto, todo el bullicio de la calle había dejado de oírse, a pesar de que estábamos al aire libre. Era como si además de lo que estábamos viendo, nos hubiéramos quedado sordos de repente, lo que acentuaba la sensación de irrealidad.

B. nos dijo: “dentro de 1 hora, aquí en la puerta”. Sin ponernos de acuerdo, porque nadie pronunciaba palabra, cada uno se dirigió hacia donde le apeteció. Todos decidimos caminar en solitario, acercándonos al monumento por distintos caminos, parándonos para sentarnos en un banco de piedra o para tumbarnos en la hierba un ratito. Y con una luna enorme que alumbraba como si hubiera cientos de luces encendidas. Finalmente fuimos llegando, como un goteo, al mausoleo, donde unas lamparillas iluminaban las tumbas de Shah Jahan y Mumtaz Mahal.

De mala gana volvimos a la puerta de entrada, donde nos esperaba B. Con gusto me hubiera quedado allí toda la noche.

Desde entonces he viajado mucho, sobre todo por Asia. He visto monumentos impresionantes y paisajes increíbles, pero nada comparable a aquella hora pasada en el Taj Mahal.



Al día siguiente volví, a media tarde, con todo el grupo. pero ya no era lo mismo. Estaba lleno de gente, aunque no resultaba molesto. La mayoría eran del país. Los saris de las mujeres contrastaban con el blanco del mármol, pero faltaba el silencio, aunque los visitantes no eran como esos turistas bullangueros, hablaban y se movían como con respeto, como si estuvieran en un espacio sagrado, pero nada como la visita nocturna. El Taj Mahal ésta abierto cinco noches al mes. La noche de la luna llena y las dos anteriores y posteriores. Merece la pena sincronizar la visita a Agra con la luna.

 

Tejados del palacio real de Mandalay (Mianmar)

 


El rey Mindon construyó el palacio real de Mandalay de acuerdo con el modelo de la cosmología brahmánica-budista, que tenía al monte Meru por centro del mundo. El palacio forma un perfecto cuadrado, orientado según los puntos cardinales, con doce puertas marcadas con los signos del zodiaco.

En el centro exacto del palacio se encuentra la sala del trono.




miércoles, 18 de agosto de 2021

Catedral de Siracusa (Sicilia)

La catedral de Siracusa se levanta en lo que fue el templo de Atenea. Cerrando con un muro los espacios entre las columnas dóricas, visibles tanto desde dentro como desde fuera del edificio, y abriendo arcos en la cella del templo griego se formó un templo de planta basilical de tres naves.