sábado, 17 de abril de 2021

Carmina y los desiertos

 


Cuando escribí el texto siguiente yo trabajaba. Pero entonces tenía un solo blog donde hablaba de todo, mezclando recuerdos de viajes, comentarios a noticias del periódico,  anécdotas del día a día en el trabajo... . Como ahora tengo este espacio dedicado especialmente a los viajes, recupero aquel texto y lo incluyo aquí. No os extrañe, por tanto, el inicio. Lo que cuenta es lo que viene detrás.

Disfrutando de un momento inol-.
vidable sentada en lo más alto
de una duna
El hecho de que hoy, 3 de julio, no tenga todavía planes para las vacaciones, a excepción de unos días en Madrid en la segunda quincena de agosto (que, estrictamente, no serán puras vacaciones. Cada mañana me levantaré bien temprano e iré al Archivo Histórico Nacional, a trabajar un poco en la tesis), me ha hecho recordar con tristeza dónde me gustaría estar en estos momentos y por qué, desgraciadamente, no puedo, que no es ni más ni menos que la delicada situación política existente en mi rincón favorito del mundo: Oriente Medio. Estoy rabiando por volver a Siria, a Iraq o a Jordania. Y espero fervientemente poder hacerlo en pocos años.

Y es que a Carmina le chiflan los desiertos, los de todo tipo: los típicos de dunas onduladas, los planos como el tablero de una mesa como los que vi en Irak, los rocosos como los que conocí en Israel y en Jordania…

El mar me produce tranquilidad y relajacion, los paisajes helados me producen angustia, pero los desiertos me parecen el paisaje más bonito del mundo.

Y en este estado meditabundo y reflexivo en el que me hallo, os dejo dos proverbios de esas tierras que me han venido a la cabeza en este ratillo.

– En las ciudades se vive como quiere el hombre; en el desierto se vive como quiere Dios.

– No se puede ser profeta sin haber sido antes pastor en el desierto.

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