viernes, 19 de junio de 2020

Elogio de la locura (2)




Tumba de Salim en Fathepur Sikri
   El emperador Akbar, tercero de los emperadores mogoles de la India, tenía todo lo que podía desear, menos un heredero. Hombre muy religioso, hizo una peregrinación a la ciudad santa de Ajmer, un centro de la secta sufí del Islam. De regreso pasó por un pueblecito donde vivía un santo sufí llamado Salim, al que fue a visitar. Salim le dijo que tendría no uno, sino tres hijos.

Entusiasmado, Akbar hizo construir una residencia en aquel pueblecito, donde meses después, el 30 de agosto de 1569, nació su hijo, al que llamó también Salim (aunque luego reinó con el nombre de Jahangir). En agradecimiento, Akbar decidió construir en aquel sitio una gran ciudad a la que trasladaría su capital, que entonces estaba en Agra, a 35 km.

En aquel lugar había una loma rocosa de unos 3 km. de largo y 1’5 km. de ancho. Akbar ordenó cortar la cima para hacer sitio a la ciudad. Al pie de la loma creó un lago artificial de 33 km. En poquísimo tiempo se levantó una ciudad completa, toda tallada en piedra arenisca roja. La llamó Fatehpur Sikri.

Un sacerdote español que por entonces estaba por allí cuenta que el emperador estaba tan impaciente que él mismo se ponía a ayudar a los trabajadores en la cantera, para que el trabajo fuera más rápido.

Cuando los embajadores de Isabel I de Inglaterra visitaron a Akbar en 1583, se asombraron al encontrar una ciudad que tenía más población y más riqueza que Londres. Solamente la mezquita imperial tenía sitio para 10.000 personas.

Celosía tallada en mármol en la tumba de Salim.
Toda la ciudad,tanto la piedra roja
como el mármol, parece tallada por un orfebre
   Sin embargo, la ciudad sólo se ocupó durante quince años. Dicen que cuando murió el santo Salim, Akbar, además de construirle una tumba maravillosa de arenisca roja recubierta de mármol blanco, quiso que descansara en paz y abandonó el sitio. Otros dicen que el problema de la ciudad era la falta de agua. También que Fatehpur Sikri no estaba bien defendida, porque su muralla era más simbólica que otra cosa, y el emperador prefirió regresar a Agra, ciudad que nunca había dejado del todo. El caso es que quedó intacta pero abandonada. Otra locura maravillosa. A día de hoy muchas mujeres acuden a visitar la tumba de Salim para pedir un hijo. Como recuerdo de su petición, dejan un lazo atado a las celosías

Y aquí está Carmina, en Fathepir Sikri en 1.985. Si hubiera sabido que veríais esta foto,
hubiera posado más sonriente.

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