sábado, 20 de junio de 2020

Fronteras


En mis 60 años de vida he cruzado muchas fronteras, tantas que no sabría decir cuantas: 33 países, 4 continentes. He pasado por situaciones absurdas y surrealistas, como tener que pasar dos fronteras sin salir de una isla  (Chipre), o que me revisaran hasta el interior del tubo de la pasta de dientes (Iraq). Me han registrado, cacheado, interrogado, casi mirado la cara al microscopio para asegurarse de que era la misma persona de la foto del pasaporte. Incluso siendo una pasajera en tránsito que sólo iba a estar un ratito en el aeropuerto para seguir hacia otro país (Miami camino de Guatemala, Frankfurt camino de Bombay). Pero hoy voy a escribir sólo de pasaportes. Al finalizar 1.996 yo tenía el pasaporte lleno de sellos, pero todavía en vigor y con páginas libres. Pero en el verano de 1.997 fui  Israel, y me informaron de que el pasaporte no podía tener un sello de ningún país musulmán. Y el mío para entonces tenía ya sellos de Egipto, Siria, Jordania. Iraq. Yemen, Pakistan, Marruecos y Líbano. Así que me hice un pasaporte nuevo. Tuve que explicarle a la asombrada funcionaria de la comisaría el motivo, porque no comprendía mi solicitud, teniendo aún un pasaporte perfectamente válido. Y allí estaba yo, en el aeropuerto de Barajas, con mi pasaporte impoluto, cuando nos dicen que nos pongamos en fila para un interrogatorio. Cerca del control de pasaportes colocan unas mesitas y nos ponemos en fila de a uno  delante de cada mesa. Vamos pasando por orden y un funcionario, no sé si español o israelí nos interroga:

-  ¿Quien hizo su maleta?
- Yo
- ¿Dónde estaba en el momento de hacer su maleta?
- En mi casa
- ¿Había alguna otra persona con usted en ese momento?
- No
- ¿Ha estado usted en el último año en algún país árabe?
- No (imagino su cara si hubiera visto el pasaporte que dejé en casa, con sellos recientes de Siria y Líbano)

Imagino que habría más preguntas que hacer en caso de resultar sospechosa, pero debí resultar comvincente y ahí terminó el interrogatorio. El tipo me dijo que me levantara y dejara el sitio al siguiente.

Muy bien, -me dije para mis adentros-, vaya mierda de seguridad. Como que si yo fuera una terrorista o una espía no vendría preparada con un pasaporte virginal y hubiera ensayado este interrogatorio de chichinabo mil veces.

El viaje por Israel transcurrió sin incidentes. Al año siguiente, Semana Santa de 1,998, fui a Uzbekistán. Pero para la ida no había billetes de ida en un vuelo directo. Y se me informa que iremos vía Turquía, aprovechando para pasar dos noches y un día en Estambul y ¡oh sorpresa! no me dejan entrar en Turquía si el pasaporte tiene un sello de Israel. Así que vuelta la comisaría, vuelta a contar a mi "amiga" la historia. Y con mi pasaporte nuevecito pude entrar en Turquía, pasar un par de noches en Estambul y seguir a Uzbekistán. A mitad de la quincena  en Uzbekistán pasamos a Tayikistán, solo unos pocos kilómetros para visitar un yacimiento arqueológico (calculo que no llegamos a estar en el país ni dos horas), y otro numerito de circo en la frontera. Nos apartan a  un lado, nos tienen allí ni se sabe el tiempo. Y todo porque no coincidía exactamente la lista de personas que íbamos con la lista que se envió para pedir el visado. Una persona que se apuntó al viaje al principio, finalmente no fue, y habla esa importantísima diferencia que nos costó horas que entendieran. En Asia Central  se nota que han pertenecido a la Unión Soviética. Se les han quedado todos esos tics paranoicos.

El viaje de regreso a España fue directo, por suerte, y no tuvimos que pasar por Turquía, aunque ya, lo mismo daba.

Yno tengo nada más que comentar sobre fronteras, pero contestaré a cualquier pregunta que se os ocurra.

No hay comentarios: