sábado, 30 de mayo de 2020

Masaje birmano


Imaginad que lleváis todo el día circulando por carreteras de montaña de Birmania, estrechas y mal pavimentadas, en un autobús antediluviano, con asientos como potros de tortura. Al caer la tarde nos bajamos del autobús doblados como una alcayata. Hemos llegado a un pequeño aeródromo donde tenemos que tomar un avión. Pero no hay un edificio con salas de espera y cosas así. ¡Qué va! Tenemos que esperar sentados en un poyete de cemento al borde de la pista. Nos da más bien la impresión de estar esperando un autobús al borde de la carretera.

Un poco más allá hay un grupo folklórico, con su vestuario puesto y todo. El resto del “aeropuerto” y sus alrededores está completamente desierto. La situación resulta un poco disparatada. Al final resulta que en el avión que está por llegar viene un político, y los “Coros y Danzas” son para él.

No sé cómo empezó todo, pero en un momento dado nos dimos cuenta de que uno de los empleados del “aeropuerto” le está dando un masaje a uno de mis compañeros, que está con cara de estar llegando al séptimo cielo. Cuando el muchacho termina, mi compañero de viaje le da ¡un dólar!, que el chico se guarda en el bolsillo con toda satisfacción.

Inmediatamente nos acercamos todos, y después de una ardua negociación (porque el muchacho no habla inglés, y nuestro guía está en ese momento arreglando asuntos del viaje), al fin comprende que todos queremos un masaje. Nos pusimos en hilera sentados en el poyete de cemento y el chico fue dándonos el masaje a todos por turno. Y al mismo precio que el primero.

Con las mujeres se cortaba un poco, le daba apuro tocar según qué sitios, y el masaje era un poco más corto, pero por un dólar no se podía pedir más. Terminamos todos tan contentos. Nosotros con el cuerpo un poco más “arreglado”, y él con un fajo de billetes de dólar. Al final nos pareció que el muchacho se había ganado una propina, y creo que añadimos diez dólares más. Fue la primera vez en mi vida que me daban un masaje, y no pudo ser una escena más surrealista.


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